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Colectivo Mujeres Excombatientes

Al fondo del café se encuentran tres mujeres adultas charlando como si fuera una reunión de exalumnas del colegio. Acompañadas de un tinto, no hablan de sus hijos, lo último que compraron o como van con el gimnasio. No, hablan sobre la vida que la militancia les dejó mientras formaron parte de las guerrillas de los años 70, lo que crea la necesidad de construir un apoyo donde las excombatientes puedan compartir sus vivencias como mujeres en la guerra y así mismo trabajar unidas (sin importar la ideológica política) como sembradoras de paz. 

Una reunión con antiguas compañeras de militancia, podía ser la oportunidad perfecta para que todas se unieran a charlar sobre los logros, alegrías y tristezas pasadas, que se pudieron establecer después de que las organizaciones a las que pertenecían firmaran un acuerdo de paz con el Gobierno en los años 90.

 

-Inicialmente nos encontramos para hablar en que estábamos, qué teníamos para compartir, qué habíamos hecho en todo ese tiempo, cómo habíamos resuelto nuestras vidas con los hijos, con el trabajo, con todo, y sentíamos que teníamos muchas cosas de qué hablar-, dice Carmen Lydia, excombatiente del M-19.

 

Generar espacios para hablar sobre las mujeres, de temas que nunca se habían tocado y hacer reflexiones sobre otros conceptos, como el de género durante el tiempo que habían estado en armas, era una manera de recordar y retomar la cotidianidad en la que ellas tenían la oportunidad de poner sobre la mesa las dificultades que habían atravesado para conseguir trabajo y los recursos necesarios para seguir con su vida.

 

En ese momento, la creación de un colectivo para las mujeres excombatientes ya era más que un hecho,  -a partir de nuestra idea de establecernos formalmente, conseguimos una financiación, hicimos un encuentro, conseguimos bases de datos y fuimos a las regiones a buscar mujeres y vimos que habían muchas necesidades – cuenta Carmen Lydia – habían muchos dolores porque  los recuerdos siempre eran muy intensos-. Volver mentalmente por los caminos que habían trazado estas mujeres en su vida como combatientes, era hacer duelos para encontrar un espacio con otras mujeres que entendían sus realidades.

 

Gracias al presupuesto que lograron, se hicieron viajes a las regiones colombianas, en las que se conformaron grupos para reuniones regionales que permitieron organizar posteriormente un Encuentro Nacional y  luego un Encuentro Internacional, en el que se planteó la necesidad de hacer una Red Nacional de Mujeres excombatientes  - a raíz de eso empezamos a trabajar con el tema de la red, siempre trabajamos el tema de memoria, siempre se ha planteado eso como uno de los objetivos principales de la red- dice Taína Trujillo exmilitante del M-19.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Taína,  M-19:  “Yo viví afuera del país  y estoy  recién incorporada a la Red y  al  Colectivo.  Cuando llegue, una de las preocupaciones que  se ven  y  veían  era que   nuestra   historia  no puede  y  no  podía    ser contada  por   otras  personas   sino   por    nosotras mismas”.  El papel de los  medios de   comunicación para estas tres  mujeres, ha sido  considerado como un   papel  fundamental  que  ha  permitido   que la historia  de  Colombia  quede  en  el limbo  con el paso del  tiempo,  instaurando  mentiras   como verdades y verdades como mentiras.

 

Los años han pasado, y hoy se puede decir que el Colectivo de Mujeres Excombatientes cuenta con el apoyo de la Comunidad Internacional de Noruega que ha permitido que en el 2013 se haya coordinado en el mes de Junio un Encuentro en el Cauca, con presencia de mujeres del Quintín Lame, lo que significó para la Red un acto emocional en el que ellas por primera vez se reunían y se veían después de la dejación de las armas. - Presenciamos un encuentro que fue muy doloroso al comienzo, pero al final fue muy bonito y esperanzador, porqué estar juntas nos da fortalezas, nos sentimos acompañadas y lo que nos une es haber compartido una historia de insurgencia- dice Taína.

 

Nuevos proyectos bandera surgían en el colectivo, como la propuesta de establecer memorias sonoras –Vemos la posibilidad de entrevistarnos a nosotras mismas, para que seamos nosotras las que elaboremos las preguntas en las que contemos a nuestra manera lo que significó el haber vivido esta historia de Colombia de una manera tan particular- dice Clara Guerrero, exmilitante del M-19.

 

Uno de los mayores problemas que aseguran ellas, está vigente  en   las   excombatientes   y  es  la     pérdida   de

un  espacio  de   expresión debido a  la   estigmatización,

–deberíamos tener la posibilidad de tener un medio desde donde nosotras podamos hablar como ciudadanas, no tanto como insurgentes, aunque eso lo somos, esta con nosotras y estará hasta que nos muramos, pero si necesitamos un espacio como ciudadanas pensantes – dice Carmen Lydia.

Quinientas sesenta mujeres componen el colectivo, más sin embargo, estas tres mujeres reunidas expresan que esta cifra varía constantemente, pues la posibilidad y el derecho a la reunión dependen de las condiciones de las regiones, la seguridad, el tiempo que cada una tenga, las actividades y los recursos que siempre cambian.

 

-Pensando en los números, una cosa que es clara, es que nunca nos podemos encontrar todas porque nunca hay plata- dice Taína -entonces siempre hacemos una selección en las regiones para que lleguen a las reuniones, pero sí nos damos cuenta que hay regiones en donde las mujeres que han hecho parte de la dejación de las armas, no pueden hablar de política, porque el paramilitarismo está tan activo que peligran, y eso desde las ciudades no se alcanza a percibir-.

 

Haciendo un recuento histórico sobre el papel de las guerrillas en la Constitución de 1991, cada una de estas mujeres asegura que el movimiento armado estuvo tocando varios de los puntos de la misma, lo que ha demostrado que las guerrillas del siglo pasado tenían como fundamento apoyar realmente los ideales del pueblo colombiano, con lo que también sale a relucir el compromiso que se tuvo con la desmovilización - en el momento en que dejamos las armas las mujeres de la insurgencia pasamos a ser niñas malas, entonces niña mala pórtese bien-, dice Clara Guerrero entre risas -es ahí en donde todo el tema contra las mujeres cayó sobre nosotras, malas madres, malas mujeres y además de todo, putas-.

 

Las “niñas malas”, pusieron varias preguntas sobre la mesa, pues si bien es cierto que el contexto, y el paso de los años ha trasformado a la guerrilla y a sus ideales, son muchos los mitos que surgen alrededor de la reclutación de las niñas para la guerra, - aun cuando hayan muchos estudios que digan que nosotras nos fuimos a la guerra porque éramos niñas pobres, porque nos habían violado o porque nos estábamos muriendo de hambre, déjenme decirles que a la mayoría no nos ha pasado eso, ni nos pasó”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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-Sabemos que tenemos dos posiciones distintas porque nos unen dos objetivos fundamentales, que es construir paz y trabajar por las mujeres,  y como tenemos esas metas en común no nos importa de qué familia vengamos. Eso no lo logró la izquierda en todo ese tiempo, nosotras recogimos todo eso y somos la unidad de lo diverso, estamos en esa gran diversidad y tenemos una visión unificada entorno a la paz- añade Clara.

 

De hecho, al ser todas de diferentes ideologías políticas, tienen diferencias, -aquí donde nos ven amigables trabajando, tenemos posiciones distintas y en eso nos ayudó el feminismo, por que nosotras en ese tiempo no éramos feministas, teníamos clarísimo nuestra posición como mujeres, teníamos clarísimo nuestra posición como políticas y por eso estábamos paradas allí. Cuando se vinculó el discurso del feminismo, nosotras empezamos a ver una cosa interesante que plantea el feminismo y es el respeto a la diversidad, el discurso de la inclusión tenía que ver con nosotras, ya que lo habíamos orientado desde la transformación social-.

 

Desde una mirada feminista ellas tomaron la decisión de trabajar la memoria y se organizaron a partir del año 2000, para  construir sus propias maneras de leerse e interpretarse, de ahí, que el tema central que se discute en la mesa de aquel café, es sobre la memoria histórica que el Colectivo de Mujeres Excombatientes está construyendo alrededor de sus diferentes historias de vida,  que buscan establecer un punto en el que ellas encuentren apoyo de féminas que han pasado por la misma situación para, finalmente, crear una memoria histórica del conflicto colombiano desde su propia mirada y no la que venden erradamente los principales medios de comunicación.

 

 

 

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