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“Cuando yo entro al M siento que soy yo”

“Mucho de lo que usted es, es pequeña burguesía, entonces es pequeña burguesía la buena vida, es pequeña burguesía tomar cerveza, ir a bailar o maquillarse, muchas de las cosas que eran nuestra vida estaban en contra de lo que se esperaba de nosotras”.

Son las 6 de la tarde en Bogotá, específicamente en el edificio del Centro Administrativo Distrital donde se encuentra Alix María Salazar, una mujer excombatiente del M-19 que se llena de orgullo cada vez que lo menciona. De un momento a otro está sentada frente a nosotras con cara de quien se emociona al saber que al hablar de su vida se transporta de inmediato a los años 70’, en los que Colombia estaba sumida en una situación de violencia que le permitía a esta mujer, en ese entonces de 20 años, encontrar un espacio en medio del Estado de sitio.

 

-“Era un tiempo en donde nosotros no teníamos alternativas ilegales de participación política porque estábamos obligados a entrar a alguno de los partidos tradicionales, porque no habían otras opciones legales, o se era conservador o liberal y nosotros éramos una generación que estábamos buscando alternativas diferentes y no las teníamos.”

 

No tener la posibilidad de establecer un partido político alternativo, lleva a que esta generación se establezca en los sindicatos, en los movimientos estudiantiles que se confrontan permanentemente con el Estado, “en medio de acciones represivas exageradas que eran herramientas de los estados de excepción, del Estado de sitio, sin el derecho a la reunión, organización, participación y libertad de expresión” permite que estén cerradas todas las oportunidades legales del ejercicio político para una generación que quiere el cambio, por lo que afirma Alix, que la única opción era la de la ilegalidad, es decir, un espacio que se convertía en una aspiración por llegar al movimiento guerrillero.

 

Con el objetico claro de llegar en algún momento a ser una integrante de un grupo revolucionario, Alix tenía un espacio de preparación en el que realizaba ejercicio físico, subía al Alto del Cable y se dedicaba a la preparación teórica, leía a Marx y a Lenin, “había que hacer una escuela que nos preparara para ese momento de acceder al movimiento guerrillero, pero entonces en ese tiempo se nos ha pasado también parte de la vida”.

 

En el transcurso de la formación académica que le exigía la revolución y el movimiento sindical, aparece la vida militar del M-19 con ideologías que ella compartía, por lo que puede dejar a un lado la exigencia de proletarizarse. “Mucho de lo que usted es, es pequeña burguesía, entonces es pequeña burguesía la buena vida, es pequeña burguesía tomar cerveza, ir a bailar o maquillarse, muchas de las cosas que eran nuestra vida estaban en contra de lo que se esperaba de nosotras”.

 

Alix asegura que el M-19 llega para aceptar a las personas tal y como son, aunque haber estado 10 años de su vida bajo una formación religiosa y el tener un tío cura y una tía monja, le recordaba que venía de una familia conservadora que le impedía tener un pensamiento del todo marxista. “La otra cosa que me costaba muchísimo es que a mí me gustan las telenovelas y me encantaban y me siguen encantando, yo a estas alturas veo la telenovela en el Black Berry porque me encantan, y ahora quería a una guerrilla con la que sentía un gran compromiso, porque deseaba estar en el movimiento guerrillero, pero allá eso estaba prohibido”.

 

El deseo por continuar con la normalidad, lleva a Alix a tener una vida en secreto “entonces voy a misa pero que no lo sepa esta izquierda, veo telenovelas pero nunca hablo de ellas, tenía que ser clandestina para poder construir lo que yo quería”. Con esto, la llegada del M-19 le plantea una forma diferente de ver el mundo, en el que no necesitaba continuar su vida clandestina porque se encuentra con todo tipo de personas, los que beben trago, los que rezan y los que no, hasta los que ven la telenovelas definiéndolos como “una diversidad que no nos obliga a ser otras personas y eso fue la posibilidad de hacer una guerrilla diferente”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Yo veía al M con sus acciones permanentes y transformadoras, de interlocución con el Estado, que no lograba la guerrilla de esos años, porque para ellos teníamos que destruir ese Estado y construir uno nuevo, pero en el M era una cosa de actuar políticamente en el hoy y transformarlo hoy, eso era la guerrilla para mí. Entonces cuando yo entro al M siento que soy yo, en el M puedo ser yo”.

 

Del mismo modo, ella recuerda como a sus veinticinco años de edad, llega a vivir plena e intensamente en el M-19, convirtiéndose en un cuadro de comando operativo urbano de trabajo social, en el que manda en estructuras de comando, estructuras de intermedia y alguna vez en estructuras de corrido, lo que la lleva a contar hoy con orgullo que “en el año ochenta y cinco en la novena conferencia los compañeros del M tuvieron a bien que yo hiciera parte de la Dirección Nacional”. Gracias a su participación, podía ver que algo que diferenciaba a la guerrilla del M-19, era la contribución de las mujeres, pues se cree que el M en ese momento, era la organización que más mujeres tuvo en su estructura.

 

“Algunos compañeros dicen que éramos una guerrilla femenina porque el M tuvo mujeres desde su creación y la reunión que conforma el M se hace en la casa de una mujer, de una compañera que consigue la finca y allá es donde se hace la primera reunión del M-19”.

 

La diversidad que acogía esta guerrilla, denotaba recuerdos alegres en la cara sonriente de Alix, “El M no era una guerrilla estrictamente marxista leninista, el M tenía la posibilidad de articular muchos pensamientos en una sola acción. Bateman decía eso, hablemos de lo que nos une, no de lo que nos separa, porque lo que nos separa es mucho más” mientras aseguraba que la guerrilla era para seres comunes y corrientes que tenían un compromiso social.

 

Este compromiso social del que hablaba le recuerda el trabajo en estructuras en las que muchas veces estaban establecidos los roles de hombres y de mujeres, que llevaban a la formulación de una pregunta a la que ella ya tenía respuesta ¿Alix y usted no se enamora de uno de esos? No. “Yo digo que puse muchas barreras a enamorarme, justamente porque tenía muchos celos de mi vida política o sea yo había visto esa experiencia de gente que se enamoró y entonces su trabajo político no era de ella si no de él” y de este modo para ella lo mejor era no girar en torno a esa realidad.

 

Tiempo después llega para Alix un apoyo para su labor revolucionaria, Silvia era una ex combatiente del ELN que es reclutada por Bateman, que como bien lo dice ella “era un encantador de serpientes y los convence y se los trae para el M-19” la nueva integrante llega a ocupar un lugar en el trabajo de Alix, con  todo el conocimiento que tenía se enfrentan las dos y de este modo surge la primera vez que se habla de las mujeres en el ámbito revolucionario, “ella era mi mando pero éramos amigas, y hablábamos cosas que antes no hablábamos, tomábamos trago, íbamos a cine y hablamos de todo, de cómo eran las mujeres en la guerrilla del ELN y ella me contaba toda esa historia de las mujeres en la guerrilla”, cruzándose de brazos nos mira y asiente con la cabeza, eran muchas las diferencias entre las mujeres del ELN y del M-19 desde su punto de vista, aunque tenía claro que cada una de estas estaba enmarcada por un contexto social que diferenciaba la vida de cada una de las combatientes.

 

Cada uno de esos contextos influía en la formación de los imaginarios que la gente tenía sobre el M, “yo pienso que el M se ganó un lugar en el corazón de la gente y en todo, yo toda mi vida después de que salí a la luz pública he dicho que soy excombatiente del M-19” dice con una mirada fija hacia nosotras, mostrando seguridad y convicción a una guerrilla que cumplió 20 años desde su desmovilización.

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